Me siento en un rincón cualquiera. Intento relajarme. No funciona. Segundo intento. No funciona. Lo volvería a intentar, pero cada intento fallido es una causa más de mi desesperación.
Miro mis manos. Las contemplo. Desde hace mucho que no me dedico hacerlo. Lo hago, sólo un momento.
Mis manos, deberían reflejar al menos una pizca de lo que soy. No alcanzo a reconocerme en ellas. No alcanzo a verme reflejada en cinco dedos y más de alguna línea dibujada en mis palmas. Mientras las observo me doy cuenta de que mis dedos siempre han sido algo deformes. Mis huesos se desvían tanto que mi dedo meñique casi forma un triángulo. Exagero, pero suena mejor. Me gusta que lo haga.
Al parecer, mis manos son largas. Por instantes creo que mis dedos se alargan intentando llegar más allá. Intento desesperados por alcanzar algo que se esconde en recónditos lugares. Que ambiguo. Las miro y no puedo evitar pensar que buscan algo. Siempre esperan por algo. Intentan retener los momentos que fluyen entre mis dedos. El tiempo fluye y no regresa. No soy capaz de contenerlo en mis frágiles manos. Es como intentar contener el aire en ellas.
Mis manos, continúan en su afán de retener, de encontrar, de alcanzar, de contener, de chocar con lo que buscan. De atinarle al blanco que ha sido errado en innumerables ocasiones. Se enfrentan al vacío. Pero de todas formas, buscan violentamente de que aferrarse. Qué difícil resulta tomar fuerza del vacío. Es sorprendente como aumenta el número de cosas de las que mis manos pueden prescindir. Sorprendente es que nada sea perenne. Que nada sea imperecedero. Que todo se acabe. Como este momento. Como aquel. Me sorprende que Todo fluya y que una parte tan mínima de un TODO trascienda. No sé muy bien que buscan mis manos. Que se mantendrá en ellas. Qué están esperando para sentirse llenas y no vacías. Quizás no tienen un sentido. Quizás buscan algo que está más allá de cualquier racionamiento lógico. Tal vez, deben dejar de esperar y de buscar que algo externo llegue. Sentirse completas siendo MANOS. Conformarse con ese vacío. Resignarse a la idea de no poder detener a nada ni nadie en ellas. Todo se escapa y no regresa. Se ha escapado parte de mí, que aun busco. Busco en un rincón cualquiera como este. Quizás está ahora mucho más cerca de ti, que de mí.
Fortaleza mía, ¿dónde te has metido? Mis manos no lograron detenerte mientras corrías ahuyentada por una jauría de pensamientos extraños, ajenos.
Amigos míos ¿dónde se han metido? Mis largos dedos intentan aferrarse a cada uno de sus movimientos, intentan estirarse cada vez que con un paso hacia atrás se alejan de lo que éramos.
Tiempo que debió ser para mi ¿dónde te has metido? Mis manos nunca lograr contener tu irreprimible fluir.
Que repetitiva mi forma de pensar…Mil y una vueltas.